domingo, 5 de junio de 2016

Pasó por 4 'iglesias evangélicas', hoy como católico denuncia que allí todo es negocio movido por el anticatolicismo


Haciendo una revisión en retrospectiva de mi experiencia en el protestantismo por 13 años, creo firmemente que su doctrina inherente es unicamente el anticatolicismo. Estuve en cuatro denominaciones y recuerdo que su mayor empeño era inculcar el desprecio y la descalificación a la Iglesia Católica.
 

Para los que no lo saben; un típico culto protestante es música, que incluye la participación de algunos de sus prosélitos; testimonios, que generalmente son relatos de cuando eran " católicos"; a los niños los llevan aparte para adoctrinarlos; muchas veces escuchaba como los niños gritaban en la sala contigua, "MARÍA ES UNA DIOSA FALSA".
 

El centro del culto es el sermón del señor jefe de la denominación (me niego a decirle pastor), generalmente hace una lectura de algún episodio del Antiguo Testamento (es el que más usan en sus prédicas), en donde el jefe, hace alardes de emotivismo, máxime cuando hay alguna persona invitada, que se considera el objetivo a atraer. Las denominaciones pentecostales son las que más usan ese libreto de las palabras entrecortadas y sollozantes para compungir el corazón de los miembros y especialmente del cliente nuevo. En estos cultos, con personas visitantes, hablan de amor, de fraternidad, igualdad y recalcan que no importa a qué Iglesia pertenezcan; pero cuando ya han captado al nuevo miembro, insisten hasta la saciedad, que los católicos son paganos, idólatras, hijos de la ramera, etc.
 

La inmensa mayoría de las veces, máxime cuando el jefe requiere disponer de dinero, leen el famoso texto de Malaquias 3,10, para azuzar al creyente y mantenerlo disciplinado en la entrega del 10% de su salario, aparte de las ofrendas, dádivas y estipendios, que son frecuentes. Cuando hay un invitado, que su familiar o amigo lo lleva; previamente le dan la información al predicador de la situación por la que está pasando, y busca un pasaje bíblico acorde, para que el prospecto sienta que Dios lo está llamando; lógicamente con el énfasis y las lagrimas que le pone. Luego pide a todos que inclinen su cabeza para orar; el encargado del sonido pone música adecuada para el momento y se hace el llamado con voz temblorosa a "aceptar a Cristo". Todas las miradas expectantes se posan sobre el objetivo y aquel pobre hombre pasa a ser uno mas a la nómina del diezmo obligatorio y en efectivo vitalicio.
 

Alberto Fonseca.

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