Buen día, hermanos en Cristo,
En la liturgia de este domingo, se nos recuerda cómo el Señor, preocupado por el sufrimiento de las multitudes desamparadas, envió a los doce apóstoles a anunciarles el Reino de los cielos y a aliviar sus necesidades. Hoy esa misma instrucción es la que deben de recibir nuestros corazones, y ponernos en marcha para ir en busca del resto de las ovejas perdidas, nuestros hermanos sufrientes, y anunciarles gratuitamente lo que gratuitamente hemos recibido: el infinito amor de Dios, que como buen pastor, quiere reunir y cuidar de su rebaño.
Pongámonos de pie para iniciar nuestra Santa Misa con el canto de entrada.
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