miércoles, 20 de diciembre de 2017

Réplica a comentarios de un evangélico sobre mi estudio de la salvación por medio de la fe y la sola fe.

Para entender el contexto de estas respuestas es necesario antes haber leído «La salvación "por medio de la fe" no es igual a la "fe sola" protestante».


Lo que a continuación presento son mis réplicas a una respuesta recibida por un pastor evangélico ecuatoriano (Jinsop Manosalvas Dávila) a mi texto.

(Todo lo que se ve en color celeste son los comentarios del pastor Jinsop y lo que se puede leer en rojo son mis réplicas. Algunas partes aparecen en negro, son citas que Jinsop hizo de mi texto original para darle respuesta).

Para cualquier duda, se me puede contactar enviando un mensaje privado a: http://facebook.com/alfredordzmx
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(Jisnsop): El propósito de responder a este estudio es defender La Sana Doctrina, en este caso “La fe es suficiente para ser salvo” “La Salvación solo por fe” o “Las obras ayudan a la fe para ser salvo” “Salvación por fe mas obras”.

(Alfredo): No. La doctrina católica no es de “fe más obras” como si fueran dos cosas extrañas que hay que procurar en reunir. La doctrina católica formal y oficial de la Iglesia es la de la justificación por la gracia y la salvación solamente por medio de la fe, o a través de la fe, lo que quiere decir vivir perseverando en fidelidad a Dios, o sea teniendo una fe viva, que no puede ser otra que una fe obrante.

Salvarse solamente por medio de la fe supone vivir acorde a la fe que se tiene, es decir, obrando en fidelidad (el protestante objeta que él es fiel porque ya es salvo, pero eso no es lo que enseña la Escritura; la biblia enseña que se salvará el que sea fiel, no que es fiel el que ya es salvo, pues en la justificación se obtiene la esperanza de la salvación, algo que se espera alcanzar, no algo que ya podamos ver y garantizar, porque si lo pudiéramos ver, ya no sería esperanza –favor de ver y leer detenidamente Rom. 8, 24-).

La fe y las obras no son una suma en una ecuación, como si estuvieran aisladas, sino que más bien el creyente obra en fidelidad porque le tiene fe a Dios y a sus promesas, y tiene certeza de que si es fiel hasta el final, recibirá la vida eterna.

(Jinsop): La perspectiva en cuanto a Mateo 7:21-23 es muy clara.

Jesús desenmascaró a las personas que aparentaban ser religiosas pero no tenían una relación personal con El. En el Día del Juicio, solo nuestra relación con Cristo, nuestra aceptación de El cómo Señor y Salvador y nuestra obediencia a Él, será tomada en cuenta. Muchas personas piensan que si son "buenas" y aparentan religiosidad serán premiadas con la vida eterna. La fe en Cristo es lo que se tendrá en cuenta en el juicio.

(Alfredo): Esto nos da la razón a los católicos; en efecto, hay muchos que aparentan ser creyentes, que incluso presumen que ya son salvos porque ya “aceptaron a Cristo” y han sido salvos solo por fe, incluso predican y hasta hacen esfuerzos por “evangelizar” católicos invitando a que salgan de la Iglesia y sean salvos “solo por fe”, pero que en sus acciones secretas (que serán juzgadas por Dios según Rom 2, 16) no viven como creyentes; podrán haber hecho la “oración de la salvación” y predicar y presumir que ya son salvos, pero en su juicio se llevarán una gran sorpresa, cuando vean que al haber hecho una profesión de fe no les bastó para que se les imputara la salvación de la que presumían, porque no entraron en una verdadera obediencia y fidelidad a Dios, y esto es lo que Dios juzgará al final, no las proclamaciones de fe, sino la obediencia y la fidelidad con la que haya vivido cada uno.

(Jinsop): No veo la relación de Mateo 7:21-23 con la salvación por obras en “mi perspectiva” a cerca de este capítulo de Mateo expreso más bien la convicción de un genuino Cristiano por eso dice: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.”

(Alfredo): Insisto en lo que dije al principio, no existe en el catolicismo la “salvación por obras”, eso es un fantasma y un muñeco de paja del protestantismo. Nadie se puede salvar por sí mismo sin la gracia como decían los pelagianos. Lo que existe en el catolicismo es la salvación por la gracia de Dios a través o por medio de la fe (una fe actuante, obrante, obediente, no una fe sola, ni por obras solas).

Lo que el Señor dice en Mt. 7, 21-23 es que nadie se salva por proclamar que tiene fe, se salva el que HACE la voluntad del Padre. Esto es lo que al final se juzga, quien HIZO la voluntad del Padre y quién no. Esos versículos descartan la imputación penal de la salvación cuando se confiesa la fe.

(Jinsop): Texto clave: “Nunca os conocí”, es, en otras palabras, que aunque parecían ser salvos desde la perspectiva humana, nunca lo fueron, las obras en este texto no determinan la salvación (en este caso estos textos serían aplicados en cuanto a si se pierde o no la salvación).

(Alfredo): Otra vez se nos da la razón, no basta con “parecer salvos” y mucho menos con presumir que ya se es salvo como hacen ustedes, porque la realidad es que eso no lo sabrá nadie sino hasta su juicio, presumir que uno ya tiene garantizada la salvación, sin haber pasado por su juicio particular, es de hecho un pecado de soberbia que le será juzgado. Insisto en Rom. 8, 24 porque es un versículo que parece que los protestantes meten debajo de la alfombra, ya que ese versículo refuta la salvación imputada en un solo acto, y la seguridad de la misma, pues san Pablo dice que hemos sido salvos EN ESPERANZA. Por eso es que nadie debería de andar por ahí presumiendo que ya le fue imputada la salvación y que no hay manera de perderla, pues corren el riesgo de que Jesús les diga “¡Jamás los conocí; apártense de mí, hacedores de maldad”.

(Jinsop): Los “Hacedores de maldad” se pueden caracterizar por la deducción de que “Nunca fueron de nosotros” 1ª Juan 2:19: “Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros.”

(Alfredo): Ese versículo solo demuestra precisamente que en el mundo conviven cristianos verdaderos y cristianos hipócritas. En algunos casos su falsedad se hace evidente cuando “salen de nosotros”, cuando se apartan de la fe apostatando de la misma, volviendo a los vicios del mundo, yendo detrás de una religión falsa, haciendo ateos, etc. Pero también hay casos de aparente fidelidad hasta el fin, pero únicamente Dios conoce verdaderamente el corazón de cada uno, y el destino final de cada persona será juzgado al final de su vida, según su obrar, según su obediencia a la voluntad del Padre, no según la oración que haya hecho algún día para “recibir a Cristo”. Porque “recibir a Cristo” lo puede hacer un verdadero creyente y un hipócrita, uno de lado del otro, pero según la doctrina de “la fe sola” ambos tendrían que recibir la salvación, pues hicieron el acto de profesar la fe y recibirlo como salvador. En realidad proclamar la fe es solo el principio del camino hacia la salvación. Repito, Dios no va juzgar si hiciste un acto para recibirlo, sino lo que hiciste luego de recibirlo.

(Jinsop) Entonces quienes son los hacedores de maldad…? Los falsos maestros que, “salieron de nosotros”; estos no eran regenerados (es decir salvos, por eso digo que en este texto que citas: las obras no determinan la salvación). Si alguien pensó que tenía la salvación y era “hacedor de maldad” entonces nunca fue de Dios.

(Alfredo): Por eso justamente ya expliqué que nadie debería de andar por ahí pensando, y peor, presumiendo, que ya es salvo. No es uno mismo, ni los demás seres humanos los que han de juzgar quien es o no un "hacedor de maldad" para poder afirmar si se es salvo o no, eso lo juzgará el Señor, cuando, como afirma la Escritura, juzgue las acciones secretas de los hombres. Públicamente cualquiera puede aparentar ser santo, pero Jesús, juzgará también las acciones secretas. 
  
No veo consistencia en los textos que citas para amparar las obras en la salvación Romanos 2:6 en su contexto habla del juicio de Dios sobre el que no ha tenido un corazón arrepentido. En Romanos 2:6 La frase conforme a sus obras no contradice el evangelio de salvación como una dádiva gratuita que no puede ser ganada

(Alfredo): Dices No veo consistencia en los textos que citas para amparar las obras en la salvación”. Pues si no te es suficiente con leer que recibirá gloria, honra y paz el que HACE LO BUENO, y tribulación y angustia el que HACE lo malo, no se qué te podrá convencer. HACER implica OBRAR, ACTUAR, REALIZAR, TRABAJAR. El versículo y todo el contexto son clarísimos, Dios juzgará y pagará a cada uno conforme a sus obras, lo que por supuesto no excluye a la fe. Volvemos a lo mismo, si me esfuerzo por hacer lo bueno, es porque tengo fe en lo que Dios me promete si hago el bien; mi fe en Dios y en sus promesas me mueven a actuar de tal o cual modo (como movió a Abrahán a peregrinar o a Noé a construir un arca). Tengo fe que haciendo lo bueno Dios me juzgará digno para entrar a su reino.

Luego dices: La frase conforme a sus obras no contradice el evangelio de salvación como una dádiva gratuita que no puede ser ganada”.

Pues nosotros los católicos sabemos perfectamente que no lo contradice, nosotros siempre hemos sabido que “la salvación es una dádiva gratuita que no puede ser ganada”, son ustedes los que creen que entre la fe y las obras hay una contradicción, no nosotros. Para la fe católica desde hace 2000 años ha sido claro que la salvación proviene de Dios, y que incluso la obediencia y la fidelidad (las obras) que serán juzgadas al final de nuestras vidas, solo son posibles por la moción del Espíritu Santo en nuestras vidas, por el actuar de la gracia de Dios en nuestra conciencia.

Como dice el catecismo de la Iglesia católica:

2007 Frente a Dios no hay, en el sentido de un derecho estricto, mérito por parte del hombre. Entre Él y nosotros, la desigualdad no tiene medida, porque nosotros lo hemos recibido todo de Él, nuestro Creador.

Y en el siguiente numeral:

“los méritos de las obras buenas deben atribuirse a la gracia de Dios en primer lugar, y al fiel, seguidamente. Por otra parte, el mérito del hombre recae también en Dios, pues sus buenas acciones proceden, en Cristo, de las gracias prevenientes y de los auxilios del Espíritu Santo.”

(Jinsop): El versículo sintetiza lo que realmente sucederá: los incrédulos serán juzgados por sus pecados; y los creyentes, quienes han sido liberados de sus pecados gracias al sacrificio de Cristo Romanos 3.21-26, serán recompensados en el cielo de acuerdo con su conducta en esta vida. ¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe.

(Alfredo): Perdón, pero estás alterando el sentido del texto para hacer encajar tu creencia. En ninguna parte del contexto dice que los creyentes serán excluidos del juicio según sus obras. San Pablo dice “a cada uno”, y para ser aun más claro dice que primeramente al judío y también al griego, nunca dice que los “incrédulos” serán juzgados según sus pecados y que los creyentes no. Según las palabras de san Pablo TODOS seremos juzgados y seremos recompensados conforme a nuestras obras. Pero aquí ya pareces volver al recurrente error protestante al confundir las obras. ¿Seremos juzgados conforme a las obras de la ley? Pues no, si los católicos creyéramos eso, nos circuncidaríamos al octavo día, no comeríamos puerco, guardaríamos el sábado y ofreceríamos animales. Seremos juzgados conforme a las obras de fidelidad y obediencia a la voluntad del Padre, y la voluntad del Padre es el amor. Esa es la ley de la fe, actuar por medio de la caridad.

(Jinsop): "Aunque tuviera el don de profecía y descubriera todos los misterios, -el saber más elevado-, aunque tuviera tanta fe como para trasladar montes, si me falta el amor nada soy."

1º Carta a los Corintios, 13 - Bíblia Católica Online


El amor es un dado por Dios, no tiene nada que ver salvación por obras.

(Alfredo): Sí, efectivamente, el amor es un don dado por Dios. ¿Recuerdas la parábola de los talentos? ¿Qué recibió por recompensa aquel a quien se le dio un millón y no hizo nada con él? Se le envió a las tinieblas. Dios va juzgar qué es lo que hiciste con lo que él te dio. Él nos dio la caridad ¿qué estamos haciendo con ella? ¿Estamos dando fruto o la estamos dejando enterrada? Eso es lo que Dios juzgará al final. Lo que hagamos con los dones de Dios puede determinar nuestro destino final.

(Jinsop) Como conformas la vida personal a la voluntad de Dios? Por medio de las obras? O por medio del arrepentimiento?

(Alfredo): La pregunta está mal planteada. Mis obras son las que determinan si estoy conformando mi vida a la voluntad de Dios. El arrepentimiento forma parte de someter mi vida a Dios, ¿pero todo se reduce al arrepentimiento? Conformarse a la voluntad de Dios abarca todas las dimensiones de nuestras vidas.

(Jinsop): Mateo 24:13 fuera de contexto.

(Alfredo): No explicaste nada, quizá porque en el fondo sepas que no está fuera de contexto. El contexto es claro, “el que persevere hasta el fin, ese será salvo” ¿Necesita explicación? Perseveraste hasta el fin, te salvas; no perseveraste hasta el fin, te condenas. Es bien sencillo.

(Jinsop): Sean obras de la ley o sean obras de la Iglesia católica nada tiene que ver con la Salvación. Gálatas 6:2 La ley de Cristo es Espiritual, no tiene que ver con obras, La Ley de Cristo es amarse los unos a los otros como él nos amó.

Gálatas 5:14 Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

(Alfredo): La ley de Cristo es el amor, el amor se concreta en actos. “Ayúdense mutuamente a llevar sus cargas” ¿Cómo nos ayudamos mutuamente a llevar nuestras cargas? Con actos concretos, con acciones concretas. Todo eso Dios lo juzgará para saber si cumpliste con la ley de Cristo o no. Tu entrada al cielo dependerá de que la hayas cumplido, o sea, de que hayas conformado tu vida al amor.

(Jinsop): 2Timoteo 1:9…quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos…

(Alfredo): Aquí san Pablo, en su interminable combate contra los judaizantes, se refiere a las obras DE LA LEY, no a las obras del amor en Cristo Jesús. Pero estás haciendo exactamente aquello que expongo en mi texto: mezclas y confundes las obras de la ley con las obras según la fe, según el amor, según la gracia.

Pablo distingue muy claro entre unas obras y otras, por eso es que unas veces dice que “no es por obras”, refiriéndose a las pesadas observancias de la ley de Moisés, y otras veces nos dice que a cada uno se le pagará según sus obras, ya que está hablando de dos cosas distintas, pero ustedes las mezclan, las confunden y las condenan a todas por igual como innecesarias para la salvación.

(Jinsop): Que contradicción Según CIC 2068: El Concilio de Trento enseña que los diez mandamientos obligan a los cristianos y que el hombre justificado está también obligado a observarlos (cf DS 1569-1670). Y el Concilio Vaticano II afirma que: “Los obispos, como sucesores de los Apóstoles, reciben del Señor [...] la misión de enseñar a todos los pueblos y de predicar el Evangelio a todo el mundo para que todos los hombres, por la fe, el bautismo y el cumplimiento de los mandamientos, consigan la salvación.” (LG 24).

Y en efecto ¡NADIE SE VA SALVAR SI NO CUMPLE LOS MANDAMIENTOS!, que como sabemos se reducen a dos, amar a Dios sobre todas las cosas y amar al prójimo como a uno mismo. ¡El que no ama a Dios sobre todas las cosas y no ama al prójimo, evidentemente no se salvará! Esto mismo es lo que enseñó Jesús, cuando le preguntaron que se tenía que hacer para ganar la vida eterna, pues eso respondió Jesús, cumplir los mandamientos. Y evidentemente Jesús no pensaba como protestante, no le dijo “solo ten fe”, tampoco le dijo “vas a obedecer los mandamientos porque ya eres salvo, no para ser salvo”, sino que le dejó claro que será salvo el que los cumpla. ¿No dice también san Pablo que quien cumple esto ya cumplió la ley? El problema, otra vez, es la confusión protestante, como confunden las obras, así también confunden la ley. San Pablo deja claro que incluso los gentiles tienen la ley grabada en su corazón, ¿pero cómo, acaso se circuncidan o guardan el sábado o se purifican luego de tener un hijo? No, nada de eso, Pablo se refiere a la ley natural, que se resume en el decálogo, que todo cristiano efectivamente está obligado a cumplir en el amar a Dios y en el amar al prójimo. Luego está la ley ceremonial (sábados, comidas, bebida, circuncisión, sacrificios de sangre, etc.) por la cual nadie podrá salvarse.


[Aqui Jinsop cita mi texto]: El problema es que el protestantismo ha confundido todo esto, sin percatarse que san Pablo no habla de las obras ni de la ley en un solo sentido, en general, como si botara a la basura la utilidad de toda obra, sino que diferencia entre “las obras de la ley” (entendido este concepto en su debido contexto como los preceptos ceremoniales y rituales como la circuncisión, la comida y la bebida, los sábados, etc.) inútiles por sí mismas para justificar, de  las buenas obras que se resumen en el amor al prójimo. 

(Jinsop): Entonces porque obras son justificados los católicos? La obras de la fe? la ley de Cristo, que es la ley del amor?

Precisamente el Amor es un don otorgado por el Espíritu Santo y es el fruto de un regenerado de un Salvo no podría ser de otra manera.


(Alfredo): Si la ley de Cristo es una ley, como tú mismo lo admites, y como lo dice la Escritura, no solo es un fruto, es también una obligación, si no fuera una obligación, no se le llamaría ley, pero san Pablo es claro cuando ordena CUMPLIR LA LEY DE CRISTO. El justificado no solo producirá fruto como una consecuencia fatal e inevitable como lo cree el protestantismo, el justificado ESTÁ OBLIGADO a dar fruto, y cumplir así la ley del amor.

(Jinsop): Tito 3:5 nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo…


(Alfredo): Eso no es algo que se nos tenga que explicar a nosotros. La fe católica ha enseñado siempre que la salvación es una iniciativa de Dios y un acto de su infinita misericordia. La doctrina de la salvación por gracia es tan potente en el catolicismo que la justificación se nos da gratuitamente en el bautismo, sin ningún mérito de nuestra parte, por pura gracia de Dios. El protestante cree que primero necesita crecer y luego creer para recibir la justificación. ¡En el catolicismo la gracia va aun más lejos, pues hasta un bebé que aun no sabe nada –pero que aun así necesita nacer para Dios, pues ha nacido según el hombre viejo- recibe la gracia, el don, el regalo inmerecido de la justificación en el lavamiento de la regeneración y la renovación en el Espíritu en el bautismo!

Como dice el Concilio de Trento:

«Las causas de esta justificación son: la final, la gloria de Dios y de Cristo y la vida eterna; la eficiente, Dios misericordioso, que gratuitamente lava y santifica, sellando y ungiendo con el Espíritu Santo de su promesa, que es prenda de nuestra herencia; la meritoria, su Unigénito muy amado, nuestro Señor Jesucristo, el cual, cuando éramos enemigos, por la excesiva caridad con que nos amó, nos mereció la justificación por su pasión santísima en el leño de la cruz y satisfizo por nosotros a Dios Padre»

Y también:

«somos justificados gratuitamente, porque nada de aquello que precede a la justificación, sea la fe, sean las obras, merece la gracia misma de la justificación».

El problema con el protestante es que está ya condicionado a pensar la salvación como un acto que se ejecuta e imputa en un solo momento (cuando profesa la fe), y como algo ya consumado, garantizado, irrevocable. De ahí que no pueda entender el lenguaje de la Iglesia cristiana que existió por 16 siglos antes que el protestantismo, donde la salvación siempre se enseñó como todo un camino o una carrera (¡exactamente como lo enseña san Pablo en Filipenses 3, 12!) que comienza en la justificación que se nos ha dado gratuitamente, y donde el siguiente paso es que perseveremos hasta el fin en obediencia a Dios, uniendo nuestra voluntad a la de Dios, y cuya voluntad es el amor.

(Jinsop): Añadamos también que: [todo lo que aparece a continuación en color negro es una cita muy larga que Jinsop hace de mi texto, el cual el lector puede leer completo aquí]

Este amor al prójimo es la ley que se resume en el mandamiento nuevo (San Juan 13, 34), que al final es la  plenitud de la ley natural que está inscrita en los corazones, y que incluso los gentiles pueden cumplir cuando en su conciencia son capaces de discernir entre lo bueno y lo malo, siendo así justificados: «que no son justos delante de Dios los que oyen la ley, sino los que la cumplen: ÉSOS SERÁN JUSTIFICADOS […] cuando los gentiles que no tienen ley, cumplen naturalmente las prescripciones de la ley, sin tener ley, para sí mismos son ley» (Rom. 2, 13-14) 


¿Cómo “cumplen naturalmente las prescripciones de la ley” los gentiles si no se circuncidan? No ciertamente circuncidándose o guardando estrictamente el sábado, o la legislación sobre comida o bebida, sino guiándose por su conciencia y sabiendo diferenciar y escoger y desechar entre lo que es propio de juicio de condenación o de alabanza, o sea las “acciones secretas” de los hombres por las que Dios los juzgará, como dice Rom. 2, 16.

Y todas estas obras del amor, de la fe, de la obediencia, son también a las que se refiere Santiago cuando dice que las obras cooperan juntamente con la fe, de modo que la fe no sea muerta y estéril. Por eso no hay contradicción entre Pablo y Santiago cuando el primero dice que la fe le fue contada por justicia a Abrahán, mientras que el segundo dice que fue justificado también por las obras, ya que para Santiago la fe de Abrahán que le fue contada como justicia llegó a su pleno cumplimiento cuando Abrahán obedeció ofreciendo a Isaac, y por esa obediencia Dios aseguró el cumplimiento de la promesa que ya antes le había hecho:

Leamos, Dios primero le promete a Abrahán que su descendencia será como las estrellas del cielo:

«Y sacándolo afuera le dijo “Mira al cielo, y cuenta las estrellas, si puedes contarlas”. Y le dijo: “así será tu descendencia”. Y creyó él en Yahvé, el cual se lo contó como justicia». (Génesis 15, 6)

Ahora veamos como esto alcanza su cumplimiento con la obediencia de Abrahán al ofrecer a Isaac en Génesis 22, 18:

«yo te colmaré de bendiciones y acrecentaré mucho tu descendencia como las estrellas del cielo y como las arenas de la playa, y se adueñará tu descendencia de la puerta de sus enemigos. Por tu descendencia se bendecirán todas las naciones de la tierra, EN PAGO DE HABER OBEDECIDO TU MI VOZ» 

¡Por eso es que Santiago dice que por las obras la fe de Abrahán alcanzó su perfección! Y es lógico. El mismo Santiago es quien nos dice que la fe sin obras está muerta y es estéril, así que la única fe que puede salvar, es una fe viva, en eso estamos de acuerdo católicos y protestantes. 

Pero entonces debemos preguntarnos: ¿cómo se discierne si la fe está viva o muerta?

 ¿Basta la sola confesión de la fe para demostrar si ésta está viva o muerta? De ningún modo, pues eso solo puede demostrarse posteriormente al acto de confesar la fe, ¡con las obras que realice el creyente! Con éstas es como se demuestra si se trata de una fe viva o muerta. Cuando alguien hace la “oración de la salvación” que usan las iglesias bautistas, pentecostales, entre otras, es imposible distinguir si se trata de una fe viva que da salvación, o de una fe muerta que no la da, pues la oración es idéntica para todos. Lo que distinguirá a una fe de otra, lo que hará diferencia entre salvación o condenación, no será el solo acto de tener fe y confesarla, sino los frutos que produzca posteriomente esta fe, por ello es que no puede juzgarse la fe sola, sino tambien lo que resulta de ella y la acompaña.

¿Ven por qué es imposible que baste la fe sola? Si Dios concediera la salvación por la sola confesión de la fe en Jesús, Dios estaría obligado a concedérsela incluso a los que tienen una fe muerta, es decir, a aquellos que hacen una profesión de fe con sus labios, “recibiendo a Jesús como salvador”, independientemente de que luego de esta acción fuesen hacedores de maldad (y no olvidemos que ya quedó demostrado que se puede tener mucha fe y al mismo tiempo ser un hacedor de maldad como dice Mt 7, 21-23).

(Jinsop): Santiago 2:26 dice que la fe sin obras es muerta, pero de lo que Santiago está hablando es que la fe muerta no produce obras. El contexto del capítulo empieza en el versículo 14 donde Santiago dice: “Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?” La fe de la que está hablando es la falsa, la cual más adelante clarifica cuando menciona cómo el diablo también cree en Dios (v. 19). El Diablo tiene una fe muerta: él solo reconoce la existencia de Dios.

Así que con un Cristiano verdadero, las buenas obras son el resultado de la fe salvadora, no un factor que contribuye a la salvación ni nuestras obras nos sostendrán nuestra salvación. Si éste fuera el caso, entonces la salvación sería por obras.


(Alfredo): Vuelves al mismo muñeco de paja, la Iglesia católica no enseña y nunca enseñó que la salvación sea “por obras”. Ahora bien, las obras no están excluidas del camino de  la salvación (no es por obras, pero tampoco sin ellas) como piensan ustedes, aunque los contradiga la biblia. Santiago dice claramente que las obras perfeccionan la fe, una fe sin obras es imperfecta, está muerta, y no salva, son las obras las que la vuelven viva y perfecta. ¿Y cuando están dos personas una de lado de la otra haciendo la oración de la salvación cómo se discierne cual de las dos tiene una fe viva y cual una fe muerta? No se discierne cuando están ahí haciendo la oración ¡sino cuando comienzan a actuar después de esa oración! Las dos profesaron la fe, ¿ya son salvas las dos? No, lo que determinará si son salvas es si su fe es viva o muerta y eso depende de las obras.  Las obras son el examen de la fe. Dios va examinar la fe según las obras de cada uno.

(Jinsop): ¿Qué dice Romanos 4:1-4?

“¿Qué, pues, diremos que halló Abraham, nuestro padre según la carne? Porque si Abraham fue justificado por las obras, tiene de qué gloriarse, pero no para con Dios. Porque ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia. Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda”.

La fe verdadera será suficiente para Dios. Sin embargo, la iglesia revela la fe por las obras de aquellos que pertenecen a esta. Por lo tanto, no existe ninguna contradicción entre la epístola de Santiago y la epístola a los Romanos.


(Alfredo): Pues claro que Abrahán no fue justificado por las obras DE LA LEY (que es contra lo que está combatiendo san Pablo en ese contexto), pues la ley no fue dada sino 430 años después como dice Gal. 3, 17.

Ahora bien, en mi texto ya demostré que la fe de Abrahán no estaba ni remotamente sola, como hace pensar el protestantismo cuando cita Rom. 4, pues como expliqué, Hebreos 11 demuestra que la fe es una “fidelidad”, una obediencia, no un mero acto intelectual de “creer algo”. Como dice Hebreos, por la fe Abrahán OBEDECIÓ Y SALIÓ, y por la fe ofreció a su hijo Isaac. Si bien Pablo cita Gn. 15, 6 y el protestante podría decir que la obediencia solo fue una consecuencia de la justificación, basta ir más atrás para ver que Abrahán ya venía obedeciendo mucho antes de que se nos diga que su fe le fue contada por justicia, y no solo a partir de ese momento (ver Gn 12, 4 como ejemplo de que Abrahán ya había marchado hacia donde Dios le indicó).
   
(Jinsop): Es interesante notar que hablas de que la salvación es por La obras de la fe, la ley de Cristo, que es la ley del amor. Pero también hablas que eres justificado por medio del bautismo.

(Alfredo): ¿Y dónde está la contradicción? En efecto, somos justificados gratuita e inmerecidamente en el bautismo, ¿y ese es el fin de la historia? No, pues ya vimos que san Pablo explica la salvación como una carrera, es decir, como un proceso que dura toda la vida. El protestantismo deformando completamente el mensaje paulino cree que en la justificación todo queda resuelto irreversible e irrevocablemente, que todo comienza y termina en un solo instante y no hay más nada qué hacer. Pues no es así, pues aquel que ha sido justificado, y precisamente porque ha sido justificado, siendo revestido de Cristo en el bautismo, está obligado a sostener su justificación expresando en el prójimo el amor de aquel a quien ha sido unido en el bautismo, Cristo. 

Por eso precisamente la biblia le llama “ley de Cristo”, porque obliga a los cristianos, que por Cristo hemos sido justificados. Pero ustedes se olvidan que amar al prójimo es verdaderamente una ley que se tiene que cumplir, y objetan que solo es una consecuencia que ya no tiene relevancia en la salvación.

(Jinsop): Pero la escritura es muy clara Pablo dice en Tito 3:5 “…nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo…”

(Alfredo): Pues precisamente este versículo me da la razón. El lavamiento de la regeneración es el bautismo que hemos recibido gratuita e inmerecidamente, aunque el protestantismo no acepte esto porque contradice a sus doctrinas, separando al bautismo del nuevo nacimiento. Romanos 6 es claro, y te invito a leerlo detenidamente. En el bautismo verdaderamente somos muertos al hombre viejo que hemos heredado en Adán, a fin de nacer nuevamente para Dios y que vivamos una vida nueva. 

(Jinsop): Según la Iglesia Católica: “…El bautismo es el primer y principal sacramento del perdón de pecados debido a que éste nos une con Cristo, quien murió por nuestros pecados y se levantó para nuestra justificación, así que ‘nosotros también podemos caminar en novedad de vida.’” Según el (Catecismo de la Iglesia Católica, parágrafo 977).

“Nos merecemos la justificación por la Pasión de Cristo. Se nos concede a través del Bautismo. Ésta nos conforma a la justicia de Dios, el cual nos justifica. Tiene por meta la gloria de Dios y la de Cristo y el regalo de la vida eterna. Es la obra más excelente de la misericordia de Dios.” (Catecismo de la Iglesia Católica, par. 2020).

Pero la Biblia dice sobre la salvación en: Efesios2:8-9 “Porque por gracia son salvos por medio de la fe, y esto no de ustedes, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”.


(Alfredo): Pues exacto, es por gracia, y el bautismo es la gracia divina en su más pura y excelsa expresión. El bautismo es un medio de gracia, no una obra humana (vamos, que hasta Lutero decía que el bautismo no es una obra del hombre, sino de Dios sobre el hombre); por el bautismo somos revestidos de Cristo, ¿y se puede ser revestido de Cristo sin ser revestido de su gracia?
Pero hasta que no entiendas que el bautismo es un sacramento (medio por el cual Dios otorga su gracia), no vas a entender este punto, pues te empeñas en creer que el bautismo es una “obra humana”, cuando es todo lo contrario.

(Jinsop): Romanos5:1“Por lo tanto, habiendo sido justificados por la fe, tenemos paz para con Dios a través de nuestro Señor Jesucristo”.

Luego de este paso sigue la lista de procedimientos para alcanzar la salvación como la penitencia, las indulgencias, etc, y no conforme con esto aún tienes el purgatorio.


(Alfredo): Esto ni merece mucho análisis, porque has creado un muñeco de paja. Ni la penitencia, ni las indulgencias ni el purgatorio son “procedimientos” para alcanzar la salvación. El purgatorio es PARA LOS SALVOS, no para los que “intentan salvarse”. De hecho el purgatorio es una expresión maravillosa de la gracia de Dios y de su misericordia, pues si un cristiano muere con algunos pecados menores sin que haya tenido el tiempo de arrepentirse, en lugar de ser enviado al infierno por sus faltas, solo es purificado de las “manchas” que sus faltas leves hayan provocado en su alma para que entre perfectamente limpio y sin mancha a la gloria de Dios. 

(Jinsop): Para ser breve en cuanto a Abraham puedo decirte que tienes una perspectiva fuera de contexto en cuanto a su justificación. Realmente lo que le justificó fue su Fe, esto implica su regeneración por tanto su obediencia.

(Alfredo): Ya expliqué más arriba que Hebreos deja claro que la fe de Abrahán lleva implícitas sus obras de obediencia (salir y peregrinar, ofrecer a Isaac, etc.) y que Abrahán ya venía obedeciendo desde Gn. 12 aunque se nos habla de su justificación hasta Gn. 15, por lo que es imposible demostrar que su obediencia solo fue producto de su justificación y no una de sus razones. 

(Jinsop): Lo mismo pasa en el cristiano, no es que sus obras lo justifican, ya que nadie puede justificarse por obras sino el creer en el sacrificio de Cristo en la Cruz.

(Alfredo): Esto ya está muy explicado. Que alguien diga que cree en el sacrificio de Cristo en la cruz no determina nada, lo que determina su destino es que tenga una fe que ACTÚE por medio del amor como dice Gálatas 5, 6, puesto que la única fe que salva es la que actúa, o sea, la que obra.

(Jinsop): En cuanto a Mateo 7:21-23 es un claro ejemplo que no has discernido. Las buenas obras no salvan sino la regeneración que viene con el Creer y Recibir a Jesús.

Más de lo mismo. Solo remito al ejemplo ya dado. Dos personas pueden estar una de lado de la otra y hacer el acto de “creer y recibir a Jesús como Señor y Salvador”, incluso ambos pueden ser sinceros al hacer ese acto, pero supongamos que uno persevera toda su vida y el otro al paso de los años se enfría y se aparta de la fe. ¿Cuál de los dos se salvará si los dos ya recibieron a Cristo? Solo el que persevere hasta el fin, haciendo que su fe actúe por medio del amor. Con eso se demuestra que su destino no quedó resuelto en un instante, cuando ambos “recibieron a Cristo”, sino que todo lo que hicieron posterior a ese acto también incidirá en su salvación o condenación.

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