Seguramente habrás escuchado infinidad de veces a los miembros de los grupos neoevangélicos decir que no se debe orar por los difuntos, ni se debe pedir la intercesión de los santos, que éstas son prácticas "paganas", idolátricas", etc., y que los cristianos de los primeros siglos jamás lo practicaron.
Contrario al pensamiento neoevangélico y protestante, el gran teólogo cristiano San Agustín de Hipona, una de las mentes más brillantes de la cristiandad a lo largo de 2,000 años de historia cristiana, demuestra en estas palabras que era práctica común de la Iglesia tanto orar por el alma de los difuntos, como también encomendarse a las oraciones de los mártires (santos). San Agustín explica que si bien se ora por las almas de los difuntos, no se ruega por las almas de los mártires, no porque esto sea malo o porque esté prohibido, sino porque la Iglesia sobreentiende que ellos ya están en el cielo sin ninguna duda:
Contrario al pensamiento neoevangélico y protestante, el gran teólogo cristiano San Agustín de Hipona, una de las mentes más brillantes de la cristiandad a lo largo de 2,000 años de historia cristiana, demuestra en estas palabras que era práctica común de la Iglesia tanto orar por el alma de los difuntos, como también encomendarse a las oraciones de los mártires (santos). San Agustín explica que si bien se ora por las almas de los difuntos, no se ruega por las almas de los mártires, no porque esto sea malo o porque esté prohibido, sino porque la Iglesia sobreentiende que ellos ya están en el cielo sin ninguna duda:
“Hay una disciplina eclesial, como sabe el creyente, de que los nombres de los mártires son leídos en voz alta en el altar de Dios, pero estas no son oraciones ofrecidas por ellos. Hay oraciones que sin embargo sí son ofrecidas por el difunto que es recordado. Esto es por que es errado rogar por un mártir, más bien a sus oraciones debemos encomendarnos nosotros mismos.” (San Agustín; Sermones 159:1 [411 D.C.]).
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